13 nov 2008

La inversión de un medio recalentado

McLuhan dice que el medio, al excluir demasiado al público, sufre de un sobrecalentamiento, hay sobre información, es explosivo. Al medio no le queda de otra, más que incluir al público y hacer que se sienta más participativo, el medio es implosivo. A este proceso lo denomina “la inversión de un medio recalentado”.
Este capítulo del libro comienza con el caso de la línea caliente que abrieron en 1963 entre Washington y Moscú, fué una decisión desafortunada debido a que Occidente estaba a favor del medio impreso, a pesar de ser más impersonal que el teléfono.
Habla también de como los rusos tienen un amor con la tradición del teléfono debido a su implicación no visual que permite. Hoy en día la divisibilidad de todo proceso, se ha invertido en la teoría del campo unificado, y en la industria la automatización ha sustituido la divisibilidad del proceso por la interconexión orgánica de todas las funciones del complejo. La cinta eléctrica ha sustituido a la cadena del montaje.

En la nueva edad de información eléctrica, los bienes adquieren más un carácter de información, sin precisamente los bienes que más se utilizan en la comunicación social:
- cigarrillos.
- cosméticos.
- quita-cosméticos.
Sobrellevan la mayor parte de la carga del mantenimiento de todos los medios de comunicación en general.

También es importante mencionar que habla de que éste capítulo pretende mostrar lo que Kenneth Boulding llama: ''Un punto de ruptura donde el sistema se convierte de repente en otro'', Por ejemplo:
- el paso del reposo al movimiento.
- el cambio de lo mecánico a lo orgánico en el mundo de la pintura.

Una de las causas más comunes de los puntos de ruptura en cualquier sistema, es la fertilización cruzada con otro sistema.
Como ocurrió con la imprenta al aparecer la imprenta de vapor.
Las estructuras empresariales incluyen el punto de ruptura en el que los individuos empezaron a ser responsables de sus 'actos privados'. Fue el momento del colapso de la autoridad tribal colectiva.
En el siglo XIX toda la atención de los hombres se volvió a lo asociativo y corporativo

El amante del Juguete


McLuhan se refiere al mito griego de Narciso (de narcosis, entumecimiento) según el cual el joven Narciso confundió su reflejo en el agua con otra persona ("esta extensión suya insensibilizó sus percepciones hasta que se convirtió en el servomecanismo de su propia imagen extendida o repetida"). Con esta imagen sostendrá que cualquier invento o tecnología es una extensión o autoamputación del cuerpo físico, y, como tal extensión, requiere, además, nuevas relaciones o equilibrios entre los demás órganos y extensiones del cuerpo, y concluirá afirmando: "En la edad eléctrica llevamos a toda la humanidad como nuestra piel". No parece que el efecto de narcosis de tantos usuarios de Internet, por ejemplo, no fuera anticipado por McLuhan; toda la literatura sobre cyborgs, ciberespacio o cibercuerpo deberían reconocerlo; y nadie podría negar que la oveja Dolly tiene que ver más con el mito de Narciso que con el mito de Edipo.

12 nov 2008

Medios fríos y Medios calientes

La clasificación que hace McLuhan de los medios como "calientes" o "fríos" surge de significados técnicos como "definición" e "información" y se sustenta más en la experiencia sensorial que en el significado de las palabras.
En el mundo de la TV, "alta definición" significa precisión, detalle, calidad en referencia a cualquier imagen visual. De acuerdo a este criterio, McLuhan dirá que las letras del abecedario, los números, las fotografías y los mapas son objetos de alta definición. Un medio de tales características, brinda mucha información y un receptor pasivo. Por el contrario, las formas que no se definen con tanta calidad como por ejemplo, los dibujos animados, serían de baja definición porque nuestros ojos se ven en la obligación de completar lo que falta para obtener una percepción acabada. Este principio de "completar los espacios en blanco" también se aplicaría a los sonidos. Al brindar poca información, los medios de baja definición exigen un receptor activo.
Es necesario aclarar que cuando McLuhan se refiere a la "información" que un medio transmite, no se refiere a datos o conocimientos sino al modo en que nuestros sentidos físicos responden a un medio o participan en él. En conclusión, los medios de alta definición son medios calientes y los de baja definición son medios fríos
Serían pues medios calientes la radio, la imprenta, las fotografías, las conferencias... y medios fríos el teléfono, el habla, la televisión, los seminarios...etc.

Elaboración propia Definición de McLuhan de medios calientes y medios fríos.

Medios calientes
(prensa, radio, cine) Tienen una fuerte densidad de información, no favorecen la interacción, son cerrados e inducen a la pasividad

Medios fríos
(televisión, teléfono, conversación) Se dispersa entre varios canales sensoriales, tienen escasa densidad informativa, son abiertos e inducen a la participación y a la interacción

El medio es el mensaje


La famosa frase "El medio es el mensaje" nos lleva a la preguntarnos qué es el medio y qué es el mensaje.
Así como el medio es entendido como una extensión del cuerpo humano, el mensaje no podría ser entonces simplemente reducido a "contenido" o "información", porque de esta de forma, excluiríamos algunas de las características más importantes de los medios: su poder para modificar el curso y funcionamiento de las relaciones y las actividades humanas. En esta línea, McLuhan definirá al "mensaje" de un medio como todo cambio de escala, ritmo o pautas que ese medio provoque en las sociedades o culturas. De esta forma, el "contenido" se convierte en una ilusión, en el sentido que este se encuentra enmascarado por la intervención del medio (la mediatización).
Medio y mensaje funcionan en pareja puesto que uno puede contener a otro: el telégrafo, contiene a la palabra impresa, que contiene a la escritura, que contiene al discurso... y así, por lo que el contenido se convierte en el mensaje del medio continente. Habitualmente no notamos que existe interacción entre los medios y dado que su efecto en nosotros en tanto audiencia suele ser poderoso, el contenido de cualquier mensaje resulta menos importante que el medio en sí mismo.

11 nov 2008

Piere Bordieu - La televisión


-La pantalla del televisor se ha convertido hoy en día en una especie de fuente para que se mire en ella Narciso.Pierre Bourdieu, Sobre la Televisión (pag.17)


Cuando, durante los años sesenta, surgió el fenómeno de la televisión, muchos «sociólogos» (entre comillas) se apresuraron a decir que, en tanto que «medio de comunicación de masas», iba a «masificar». La televisión, supuestamente, iba a nivelar, a homogeneizar más o menos a todos los telespectadores. De hecho, eso significaba subestimar su capacidad de resistencia. Pero, sobre todo, significaba subestimar la capacidad de la propia televisión para transformar a quienes la producen y, en líneas más generales, a los demás periodistas y al conjunto de los productores culturales (a través de la fascinación irresistible que ha ejercido sobre algunos de ellos). El fenómeno más importante, y que era bastante difícil de prever, es la extensión extraordinaria de la influencia de la televisión sobre el conjunto de las actividades de producción cultural, incluidas las científicas o artísticas.En la actualidad, la televisión ha llevado a su extremo, a su límite, una contradicción que atormenta a todos los universos de producción cultural. Me refiero a la contradicción entre las condiciones económicas y sociales en las que hay que estar situado para poder producir un determinado tipo de obras, esas obras llamadas «puras» (es un término ridículo), es decir, autónomas en relación con las imposiciones comerciales, etcétera, y, por otra parte, las condiciones sociales de transmisión de los productos obtenidos en tales condiciones; es la contradicción entre las condiciones en las que hay que estar para poder hacer matemáticas de vanguardia, poesía de vanguardia, etcétera, y las condiciones en las que hay que estar para poder transmitir esas producciones a todo el mundo.La televisión lleva a su extremo esta contradicción en la medida en que está más sometida que cualquier otro universo de producción cultural a la presión comercial, a través de los índices de audiencia.En el siglo pasado, el novelista Stendhal lanzó su artillería crítica contra el teatro. Su argumento fue que era el medio más falso al depender en demasía del público. Stendhal estableció, así, una correlación entre falsedad y público, de tal manera que un medio que dependiera excesivamente —como sucede con el teatro— del favor del público estaba condenado a convertirse en un medio prostituido.Más de cien años después, con una argumentación básicamente similar, Marshall McLuhan señaló que los medios de comunicación —la televisión, especialmente— buscarían la trivialidad y el entretenimiento como forma "neutral" para poder extender sus audiencias. Es decir, la televisión se convertiría en una poderosa maquinaria de banalizar la realidad para poder ponerla al alcance de todos.Con Sobre la televisión, Bourdieu ha establecido sus conceptos de "campo", etc., en el mundo del periodismo, de la televisión —de la información— y ultima que el mundo de la información, con sus intereses, constituye un filtro deformador de la realidad, a la que reduce a los esquemas que le son convenientes para satisfacer sus necesidades de audiencias masivas.Que los medios de comunicación juegan un papel cada vez mayor en el juego político, en el que no participan como simples observadores, sino como jugadores en toda regla, es indudable. En una sociedad de "opinión pública" era lógico que así sucediera. Son los medios los que construyen nuestra realidad representándola; lo que queda al margen de ellos, apenas tiene consistencia y, desde luego, trascendencia. Nuestro mundo es un mundo mediático. El poder no es sólo el poder de hacer, sino el poder de contar, de transmitir, de transformar la realidad en discurso. Esto no es nuevo. Con este mismo fin mantenían los reyes a los poetas a su lado, para que sus acciones llegaran más lejos convertidas en baladas y poemas. Ganar una batalla era importante, pero también lo era que el relato llegara lejos en el espacio y en el tiempo. No sólo aseguraba el recuerdo de la gesta, sino que obligaba a los enemigos a reflexionar antes de emprender acciones.Hoy, este equipo tradicional, conformado por "el que lo hace" y "el que lo difunde", ha entrado en abierta rivalidad. Sus intereses divergen. Antes era el rey el que recompensaba al cantor; ahora el cantor es pagado según las audiencias que consigue.Los periodistas que invocan las expectativas del público para justificar esta política de simplificación demagógica (en todo punto contraria al propósito democrático de informar, o de educar divirtiendo) no hacen más que proyectar sobre él sus propias inclinaciones, su propia visión; particularmente cuando el temor de aburrir les induce a otorgar prioridad al combate sobre el debate, a la polémica sobre la dialéctica, y a recurrir a cualquier medio para privilegiar el enfrentamiento entre las personas (los políticos, en particular) en detrimento de la confrontación entre sus argumentos, es decir, lo que constituye el núcleo fundamental del debate: déficit presupuestario, reducción de los impuestos o deuda externa. Dado que lo esencial de su competencia consiste en un conocimiento del mundo político basado más en la intimidad de los contactos y las confidencias (e incluso de los rumores y los cotilleos) que en la objetividad de la observación o la investigación, son propensos, en efecto, a circunscribirlo todo a un terreno en el que son expertos, y están más interesados por el juego y los jugadores que por lo que está en juego, más por las cuestiones de mera táctica política que por la sustancia de los debates, más por el efecto político de los discursos en la lógica del campo político (la de las coaliciones, las alianzas o los conflictos entre personas) que por su contenido (a veces incluso llegan a inventarse y a imponer a la discusión meras cortinas de humo..)Deberíamos reflexionar sobre el triste destino de una sociedad que gusta de llamarse a sí misma como "sociedad de la información", cuando, en realidad, nos encontramos ante una "sociedad del espectáculo". El papel que los medios y los profesionales tendrían que jugar debería estar más acorde con una sociedad adulta, crítica y responsable, en la que la información es el elemento que permite tomar las decisiones y formar la opinión. Muchas veces, incapaces de resistir la atracción de los cantos de sirenas de los intereses partidistas —del poder, en cualquiera de sus formas, o del capital, en cualquiera de sus monedas— son, en realidad, títeres orgullosos e incapaces de reconocer quién mueve realmente sus hilos.

10 nov 2008

Michael Foucault - Ideología


Foucault estudio los mecanismos del poder y la insurrección de los saberes. Y se dedicó a estudiar el poder desde la óptica de los “operadores de dominación”. Muestra una tendencia centralizada en la concepción y funcionamiento del poder. Para Foucault, el poder no es algo que posee la clase dominante. Es decir el poder no se posee se ejerce
La teoría de Foucault sobre la ideología dice:
“El poder no es algo limitado a los ejércitos o parlamentos, es más bien, una red de fuerza penetrante e intangible que se entrelaza con nuestras mas ligeras manifestaciones e intimas”.
Y limitar la idea del poder a sus mas obvias manifestaciones políticas, seria por si misma una iniciativa ideológica. Ya que el solo hecho de que las personas piense que el poder solo tiene los de las clases dominantes, o aparatos ideológicos, eso ya es una ideología.
En este contexto, Foucault se aparta del término ideología y propone un cambio en el que el saber y el poder operan como una noción ideológica subordinada y limitada a la existencia discursiva.

9 nov 2008

Raymond Geussla - Ideología


Para Raymond Geussla la ideología puede determinarse a partir de una “Falsa Conciencia”, que significa que un cuerpo de ideas funciona para el mantenimiento de un poder opresor, y que los que sostienen esto, ignoran este hecho. Estas falsedades se dan cuando la conciencia agrega creencias que no son verdaderas.

Geuss identifica cuatro situaciones en que es observable un uso ideológico en base a las falsedades epistémicas: cuando existe un error esencial sobre el estatus de los componentes constituyentes de una creencia, como cuando se confunde una creencia normativa por una empírica o un juicio de valor por una declaración de hechos el error de "objetivación" que eleva a la categoría de fenómeno natural la creencia sobre los efectos de un fenómeno social o contingente ( la confusión de una creencia basada en un interés particular con otra supuestamente basada en un interés general; el uso de creencias auto-cumplidas o auto-validadas como si ellas no fueran auto-cumplidas o auto-validadas, para justificar cursos de acción. Una creencia es ideológica sobre la base de sus propiedades funcionales cuando: apoya, estabiliza o legitima ciertas prácticas o instituciones sociales opresivas; obstruye o impide el máximo desarrollo de las fuerzas de producción material sirve para ocultar contradicciones sociales.

3 nov 2008

Karl Marx - Ideología


Karl Marx, padre teórico del socialismo científico y del comunismo, concibe la ideología como parte de la alienación. La alienación, celebrísimo concepto, es el fenómeno por el cual los productos de las actividades humanas escapan del control del hombre y determinan sus condiciones de vida. Si nos adentramos profundamente en la obra de Marx, observamos como se perfila una evolución en el autor, podemos diferenciar a un Marx joven o humanista del Marx adulto o científico, el rasgo disruptor y el nexo entre de estos dos Marxs sería el libro “La Ideología Alemana”. En esta obra, Marx y Engels explican que, si los procesos humanos producen el fenómeno de la alienación, las ideas, como cualquier otro producto, se independizan de la voluntad humana que las ha creado, éstas se automatizan, naturalizan y deshistorizan.Marx nos dice que las ideas provienen del mundo material, dándole la vuelta al esquema hegeliano, donde las ideas determinan lo material, pero nos advierte que las ideas no son capaces de cambiar el mundo por si solas, creer que tienen esa capacidad es parte de alienación. La ideología sería las ideas ilusorias producto de un orden social específico, siendo la ideología dominante de una época dada la ideología de la clase dominante en esa misma época. Marx nos insta a que analicemos la realidad fiel a la actividad social y actuemos en consecuencia; fusionar el análisis con la consecuente acción, lo llamó praxis. Pero, ¿a caso no cae en el mismo error que los ideólogos, si toda consciencia es ilusoria? ¿No lo será también el marxismo y el camino señalado por Marx? Un muy agudo Eagleton nos plantea esta pregunta cerrando una comparación redonda con Tracy y sus compañeros.En el prólogo de “La Contribución a la crítica económica política”, Marx define claramente una simplificación de su concepción de la historia. En una ridícula extensión de texto, nos expone la historia como el cambio constante de relaciones de producción (esclavismo, feudalismo, capitalismo…) que se han ido relevando según favorecían o anquilosaban el desarrollo de los medios de producción. A este “pack”, relaciones de producción-medios de producción, lo llamó estructura. Sobre esta estructura, se alza una superestructura que constituye el conjunto de medios para preservar unas específicas relaciones de producción (Estado, Iglesia, ideología dominante, etc). En el comunismo, sistema que constituye la superación de la alienación y en el cual las relaciones de producción no son de explotación, la superestructura desaparecería. Si concebimos la ideología como parte de la superestructura, ésta desaparecerá también.En “El Capital”, a parte de diseccionar finamente el capitalismo, el Marx adulto vuelve a reformular el concepto de ideología. La ideología sería, esta vez, el reflejo mental de la inversión que produce la alienación (la mercancía pasa a tiranizar la vida del hombre). La ideología estaría aquí ligada a la estructura capitalista más que a la superestructura. Para desentrañar la verdad de las relaciones de producción capitalistas que se nos muestran opacas, hace falta un trabajo científico puesto que esencia y apariencia no coinciden.
A partir de Marx, surgen diferentes corrientes más fieles o más revisionistas del original. Una de las corrientes que encierran un notable interés es la corriente historicista. El historicismo considera que el mundo es el producto de un devenir histórico y que toda verdad es relativa a la coyuntura histórica dada. George Lukács, uno de los historicistas más destacados, en su libro “Historia y consciencia de clase” expone que la ideología es la consciencia del proletariado o la teoría marxista. En su esquema, Lukács sustituye al Espíritu por el proletariado en el esquema hegeliano. El proletariado aspira a cambiar el capitalismo puesto que es un sistema que no le es deseable pero, para poder cambiarlo, debe conocerlo. Mediante el conocimiento del capitalismo, el proletariado también se conoce así mismo ya que no es más que una mercancía más del capitalismo. Mediante el conocimiento y autoconocimiento, llega a formas de consciencia para cambiarse a si mismo y al sistema. La burguesía, en todo esto, debido a su situación en la cadena de producción, está condenada a tener una visión parcial; es incapaz de percibir la realidad como una totalidad. El proletariado, debido a su situación en la cadena productiva y a su motivación, hace que su conocimiento trascienda a la relatividad de la situación histórica dada y se torne completo, el proletariado se convierte en la clase universal.

2 nov 2008

Ideología Terry Eagleton




Terry Eagleton es crítico literario, profesor, investigador cultural y uno de los ensayistas más influyentes en la actualidad.
“Ideología" es uno de sus liblos en el cual Eagleton pretende recorrer las diferentes concepciones que se tienen del esquivo y complejo concepto de ideología y viajar a través de diferentes pensadores y corrientes filosóficas poniendo especial énfasis en los autores marxistas.
La ideología posee dos vertientes diferenciadas: una tiene unos matices más epistemológicos (la lente de color que deforma nuestra concepción del mundo, la desfiguración de la realidad o la falsa consciencia), la otra tiene unos derroteros más activos y políticos (la función de las ideas en la sociedad). A la ideología se la encasilla como la deformación de la realidad.
En realidad, la ideología es pecado de todos, nos sirve para entender el mundo y, pese a que es un esquema ilusorio, la ideología encierra mucha verdad. Si las ideologías fueran absurdas, nadie las seguiría, sería muy fácil rasgar el velo y desmoronar la estructura que las mantiene, no nos serviría como puente simplificador a una realidad que se nos presenta compleja.Hay una idea que ronda en la cabeza de muchos autores, ésta es la concepción de que la ideología ha muerto.
Los posmodernistas nos han venido anunciando éste y otros y variados dudosos “Apocalipsis”. Sin embargo, Eagleton expone un buen argumento para sustentarse en tal afirmación, es el hecho de que el capitalismo moderno parece perpetuarse así mismo más por la destrucción de los significados que por el cultivo de éstos. Es decir, parece que al sistema ya no le importa si crees en él y que subsite, tan solo, mediante la inercia de sus procedimientos tecnocráctios complejos. Ya no forma activamente a conformistas “inteligentes” capaces de defender argumentalmente porque éste es, al menos, el mejor sistema posible sistemas dentro de lo que cabe.
Como bien señala Eagleton, la mayoría de ideologías son unificadoras (que no homogéneas), orientadas a la acción, racionalizadoras (sin llegar al autoengaño), legitimadoras, universalizadoras (eternización) y naturalizadoras (deshistorizantes). Pero repasemos, con Eagleton de la mano, cual ha sido la concepción de este problemático concepto a lo largo de su viaje por diferentes autores marxistas y no-marxistas.
El concepto Ideología, en un principio, se refería al estudio de las ideas humanas y no a las ideas humanas en sí. Los ideólogos franceses como Tracy, estudiosos de las ideas, eran un grupo de intelectuales que creían que las ideas provenían de la realidad social. Mediante el análisis y manejo de éstas, era posible cambiar la sociedad. Pese a ser enemigos acérrimos de la metafísica, la cual intentaban deslegitimar, acabaron por engrosar sus, ya de por si, nutridas filas puesto que nunca pudieron superar cierto bucle que les aisló de la realidad. Dicho bucle consistía en la imposibilidad de verificar racionalmente la propia razón, es decir, como la “luz” no puede “iluminarse” a sí misma, siempre nos queda la duda si debemos fiarnos de ella, nunca podremos asegurar su infalibilidad.

1 nov 2008

Relación entre lenguaje e ideología de Eagleton

Por último, Eagleton repasa la relación entre el lenguaje y la ideología. Expone que todo lenguaje es ideológico puesto que expresa intereses específicos. En un discurso, no es tan importante lo que se dice si no con que intención se dice, que intenta uno defender, que poder en pugna prueba de legitimar. Al contrario que Eagleton y otros autores, los posmarxistas niegan la relación entre los intereses socio-económicos y los discursos políticos. Paul Hisrt, Barry Hindess, Ernest Laclau y Chantal Mouffe (estos dos últimos matizan lo siguiente) engrosan las filas del movimiento posmarxista. Los posmarxistas creen que no existe relación alguna con las necesidades de diferentes estratos socio-económicos en la sociedad y lo político que, al parecer, cae del cielo. Pese a que es cierto que una mujer no tiene por que ser feminista, no se puede negar que no tiene interés objetivo en serlo. Si no fuera así, sería pura casualidad que la alta burguesía no sean los mayores defensores del socialismo o que los negros africanos no sean adscritos entusiastas del nazismo. Los posmarxistas, burdos reformistas, ponen énfasis en las luchas perieconómicas (antirracismo, feminismo, movimientos pro gay), dejando de lado las luchas económica (defensa de la clase trabajadora, socialismo, socialización de los medios de producción, etc). Estos revisionistas afirman también que, por ejemplo, la política da lugar a la economía y otros chistes de sobremesa. Uno se reiría si no fuera porque han influenciado ampliamente sobre socialdemócratas y socioliberales. El posmarxismo es, para resumir, uno de los síntomas de la actual y enfermiza crisis de la izquierda.



Como hemos podido observar a lo largo de este resumen sobre las concepciones de la ideología recolectadas por Eagleton, este concepto, dentro de la teoría marxista, suscita un debate apasionado e enriquecedor, confirmando al marxismo como un movimiento vivo y no como la pesada losa dogmática y anquilosante que algunos autores nos quieren mostrar.
Las dinámicas económicas del capitalismo, fueron definidas magistralmente por Marx en su obra. En ella, nos mostraba su naturaleza, su injusticia y, también, el porqué ese sistema es superable y con que sistema construir una sociedad nueva. Nadie ha podido refutarlo, al menos en lo teórico. Sin embargo, hay elementos de la teoría marxista, como la ideología, que están poco acabados. Esto, lejos de ser una brecha, es algo que fortalece el movimiento marxista (y comunista en general) ya que hace al marxismo más atrayente intelectualmente puesto que invita a que uno mismo, magna o humildemente, pueda contribuir.

26 oct 2008

Antonio Gramsci - Ideología


Otro marxista historicista destacable es Antonio Gramsci, el cual no trabaja el concepto ideología, sin embargo, despliega uno íntimamente ligado a él, la hegemonía. La hegemonía, para este filósofo, es el modo por el cual el opresor hace que el oprimido consienta su dominación y situación socio-económica sin coacción alguna. La hegemonía se consigue mediante estrategias tales como las mejoras salariales, los discursos políticos, la estratificación socio-económica del proletariado para fomentar el arribismo dentro de la clase o la instauración de sistemas de democracia de “baja intensidad” como son las formas de bipartidismo o de democracia liberal existentes hoy en día en los países occidentales. El Estado se muestra como un órgano neutral dentro de la lucha de clases, pareciendo el órgano de violencia legítima en vez de un instrumento de opresión de una clase sobre la otra. La clase dominante se hace querer e intenta convencer de que el sistema actual es el mejor sistema posible no sólo para el opresor si no también para el oprimido. Nunca coaccionará violentamente al oprimido a no ser que sea estrictamente necesario ya que, si no, peligraría la hegemonía que tan finamente ha urdido. A medida que se desarrollan los medios de producción, también se fabrica una mejor y más efectiva hegemonía, por tanto, es cada vez más difícil deshacerse de las formas de dominación burguesas hegemónicas. Teniendo en cuenta que el socialismo, para funcionar, necesita un desarrollo considerable de los medios de producción: en un capitalismo joven, es más fácil iniciar la revolución pero más difícil construir el socialismo, mientras que en un capitalismo maduro es más difícil iniciar la revolución pero mucho más fácil continuarla.El proletariado tiene una concepción del mundo y un “sentido común” que es un popurrí entre la hegemonía inculcada por la clase dominante y experiencias cosechadas por él mismo. Por tanto, para acometer una lucha revolucionaria exitosa, primero se debe atacar la falsa consciencia inculcada, si no sencillamente no se iniciará dicha lucha. Para luchar contra la hegemonía burguesa, hay que forjar una contrahegemonía y discernir entre los elementos progresistas de los elementos reaccionarios dentro de la consciencia del pueblo, separar la grana del oro. Esta labor la debe llevar a cabo un cierto tipo de intelectual, el intelectual orgánico. Ya que todos somos seres con intelecto, todos seríamos intelectuales, sin embargo, muy pocos hacen la función social de intelectual, aquellos que ejercen socialmente de intelectuales son los intelectuales orgánicos.

24 oct 2008

Lukacs - Ideología


Un concepto, expuesto por Lukács, de especial interés es la reificación. La reificación es un tipo de alienación que consiste en la alineación particular en el modo de producción capitalista. La reificación es la deshumanización de la experiencia humana, la ontología sesgada. Al atomizarse el trabajo en una larga lista de ultraespecializaciones, el ser humano no reconoce la sociedad como el fruto de su propia mano y se ve incapaz de cambiarla. El proletariado observa la sociedad, fruto de sus esfuerzos, raptada y deformada e intenta recuperarla mediante la acción política. A través del autoconocimiento, de una manera dinámica, el proletariado se cambia a sí mismo y a la sociedad ya que conocer algo es cambiarlo. Lukács llega a una interesante conclusión, conocer es una práctica revolucionaria de por sí.Hay un problema, Lukács percibe las clases como un todo coherente cuando, en realidad, son cuerpos complejos y heterogéneos. Ve a la ideología como la consciencia pura de una clase cuando las ideologías operan en relación a una “contra”, es decir, una ideología antagónica con la cual establece un diálogo. Lukács, idealista ad nauseam, dice que si el proletariado está contaminado con la ideología dominante o burguesa no es proletariado en sí, tan solo es una mercancía más del capitalismo, llegará a ser clase en sí cuando se vuelva proletariado consciente.

22 oct 2008

Theodor Adorno - Ideología


Dentro de la corriente marxista, se puede destacar a la llamada “Escuela de Frankfurt”. La “Escuela de Frankfurt” es un grupo de filósofos, sociólogos, psicólogos y economistas marxistas que intentaron e intentan renovar y poner al día la teoría marxista. Theodor Adorno es uno de sus mayores exponentes. Adorno creía que la ideología se podía comparar con la abstracción homogenizadora que se produce en el valor de uso una vez introducido el dinero en el intercambio mercantil. La ideología sería aquí la homogenización de un mundo que en realidad es heterogéneo. El socialismo, dentro de esta concepción, sería el llegar a la reconciliación de un mundo de diferencias, la liberación de la diversidad del valor de uso. Jurgen Habermas, discípulo de Adorno y miembro de la escuela de Frankfurt, siguiendo a su maestro, desarrolla una concepción de Ideología más centrada en el lenguaje. La ideología sería, para él, la forma de comunicación distorsionada sistemáticamente por el poder. Lo contrario a ella sería la crítica emancipatoria que se alcanza superando los límites del dialecto común. Dicha crítica emancipatoria se consigue mediante métodos psicoanalíticos.

15 oct 2008

Schopenhauer, Freud, Nietzche - Ideología


Eagleton no se priva de mostrarnos concepciones de ideología de autores no marxistas. Repasemos rápidamente su exposición. Schopenhauer creía que el máximo regidor de nuestro ser era la Voluntad, una fuerza fútil y vacía. Enfrentarnos a esta realidad sería demasiado traumático para nuestras pretensiones de sentido, por tanto, el intelecto enmascara esa verdad. Pensamos que la vida tiene un sentido, la razón es el disimulo de la voraz Voluntad; esta falsa noción sería la ideología. Mientras que la teoría nos lleva a la conclusión que la vida carece de todo significado, la ideología vela esa horrible revelación. Nietzsche, sucesor de Schopenhauer, en cambio, cree que el regidor de nuestro ser es el Poder o el deseo de Poder. La razón, para Nietzsche, es la provisional forma con la que estructuramos el mundo para que podamos explotar al máximo nuestras facultades para poder prosperar. Todo pensamiento sería interesado y, por tanto, ideológico. Sigmund Freud, heredero de los dos anteriores y padre del psicoanálisis, cree, al igual que Schopenhauer, que nuestra motivación de nuestro ser se encuentra en una especie de voluntad llamada aquí el inconsciente, siendo la razón sería el apéndice epistemofílico del inconsciente. La mente, para Freud, estaría afectada por una distorsión permanente, siendo la ideología endémica en ella. Referente a lo social, según Freud, somos capaces de autoreprimirnos por un vínculo masoquista con el agente psicológico denominado superyó.

12 oct 2008

Louis Althusser - Ideología


Otro marxista destacadísimo es Louis Althusser. Althusser, filósofo marxista francés, era antihumanista (ya que no creía en una esencia humana) y antihistoricista (ya que no creía que el conocimiento sea histórico). Desecha el concepto de reificación porque presuponía una esencia humana; para él, el marxismo era un antihumanismo teórico, era, ante todo, una ciencia, el materialismo histórico. Althusser parte el conocimiento, de una manera un tanto burda, entre aquello que es ideológico y aquello que es científico. Lo científico, en lo cual engloba a la teoría marxista, es un sistema de búsqueda y la clasificación de datos basado en un esquema ensayo-error. Lo ideológico (o pre-científico) no es epistemológico y no se puede valorar como erróneo o verdadero sino que tiene más que ver con nuestras relaciones emocionales y afectivas con el mundo. Toda acción sería ideológica ya que se necesita un todo coherente e ilusorio para actuar, una imagen centrada en nosotros del mundo. Althuser define la ideología –influenciado por Lácan- como las relaciones imaginarias de los individuos con sus condiciones reales de existencia. Esta concepción, pese a brillante, peca de demasiado monista.Si muriéramos hoy mismo, el mundo no se daría cuenta ya que la realidad está descentrada respecto a nosotros como individuos. Asumir y tener presente esta verdad como una casa sería demasiado deprimente, por tanto, la ideología es el mecanismo por el cual vemos la existencia como algo orientado hacia nosotros, nos da “ser” y trascendencia. Esta ideología centrada en el yo, incluye también al Sujeto. El Sujeto es el conjunto de significantes que nos mantienen en nuestro lugar, una especie de Superyó freudiano. En este esquema, la libertad sería aquel estado en el cual aceptamos los imperativos del Sujeto y actuamos por nosotros mismos sin coerción o, dicho de otra manera, es el autoencarcelamiento.Desde un punto de vista social, la ideología sería el cemento que une la sociedad. Con ella, cada uno asume sus puestos sin rechistar demasiado. Esto se daría en una sociedad esclavista, primitiva, feudal, capitalista o (¡Oh, horror!) en una sociedad comunista. La ideología sería necesaria también en sociedades postclasistas y postexplotación ya que desempeña una importante función sociológica. La ideología es también un mapa social simplificador que será siempre necesario ya que los procesos sociales son demasiado complejos debido a su atomización.

30 sept 2008

Ideología Terry Eagleton



Terry Eagleton es crítico literario, profesor, investigador cultural y uno de los ensayistas más influyentes en la actualidad.

“Ideología" es uno de sus liblos en el cual Eagleton pretende recorrer las diferentes concepciones que se tienen del esquivo y complejo concepto de ideología y viajar a través de diferentes pensadores y corrientes filosóficas poniendo especial énfasis en los autores marxistas.

La ideología posee dos vertientes diferenciadas: una tiene unos matices más epistemológicos (la lente de color que deforma nuestra concepción del mundo, la desfiguración de la realidad o la falsa consciencia), la otra tiene unos derroteros más activos y políticos (la función de las ideas en la sociedad). A la ideología se la encasilla como la deformación de la realidad.

En realidad, la ideología es pecado de todos, nos sirve para entender el mundo y, pese a que es un esquema ilusorio, la ideología encierra mucha verdad. Si las ideologías fueran absurdas, nadie las seguiría, sería muy fácil rasgar el velo y desmoronar la estructura que las mantiene, no nos serviría como puente simplificador a una realidad que se nos presenta compleja.Hay una idea que ronda en la cabeza de muchos autores, ésta es la concepción de que la ideología ha muerto.


Los posmodernistas nos han venido anunciando éste y otros y variados dudosos “Apocalipsis”. Sin embargo, Eagleton expone un buen argumento para sustentarse en tal afirmación, es el hecho de que el capitalismo moderno parece perpetuarse así mismo más por la destrucción de los significados que por el cultivo de éstos. Es decir, parece que al sistema ya no le importa si crees en él y que subsite, tan solo, mediante la inercia de sus procedimientos tecnocráctios complejos. Ya no forma activamente a conformistas “inteligentes” capaces de defender argumentalmente porque éste es, al menos, el mejor sistema posible sistemas dentro de lo que cabe.

Como bien señala Eagleton, la mayoría de ideologías son unificadoras (que no homogéneas), orientadas a la acción, racionalizadoras (sin llegar al autoengaño), legitimadoras, universalizadoras (eternización) y naturalizadoras (deshistorizantes). Pero repasemos, con Eagleton de la mano, cual ha sido la concepción de este problemático concepto a lo largo de su viaje por diferentes autores marxistas y no-marxistas.

El concepto Ideología, en un principio, se refería al estudio de las ideas humanas y no a las ideas humanas en sí. Los ideólogos franceses como Tracy, estudiosos de las ideas, eran un grupo de intelectuales que creían que las ideas provenían de la realidad social. Mediante el análisis y manejo de éstas, era posible cambiar la sociedad. Pese a ser enemigos acérrimos de la metafísica, la cual intentaban deslegitimar, acabaron por engrosar sus, ya de por si, nutridas filas puesto que nunca pudieron superar cierto bucle que les aisló de la realidad. Dicho bucle consistía en la imposibilidad de verificar racionalmente la propia razón, es decir, como la “luz” no puede “iluminarse” a sí misma, siempre nos queda la duda si debemos fiarnos de ella, nunca podremos asegurar su infalibilidad.


Karl Marx, padre teórico del socialismo científico y del comunismo, concibe la ideología como parte de la alienación. La alienación, celebrísimo concepto, es el fenómeno por el cual los productos de las actividades humanas escapan del control del hombre y determinan sus condiciones de vida. Si nos adentramos profundamente en la obra de Marx, observamos como se perfila una evolución en el autor, podemos diferenciar a un Marx joven o humanista del Marx adulto o científico, el rasgo disruptor y el nexo entre de estos dos Marxs sería el libro “La Ideología Alemana”. En esta obra, Marx y Engels explican que, si los procesos humanos producen el fenómeno de la alienación, las ideas, como cualquier otro producto, se independizan de la voluntad humana que las ha creado, éstas se automatizan, naturalizan y deshistorizan.Marx nos dice que las ideas provienen del mundo material, dándole la vuelta al esquema hegeliano, donde las ideas determinan lo material, pero nos advierte que las ideas no son capaces de cambiar el mundo por si solas, creer que tienen esa capacidad es parte de alienación. La ideología sería las ideas ilusorias producto de un orden social específico, siendo la ideología dominante de una época dada la ideología de la clase dominante en esa misma época. Marx nos insta a que analicemos la realidad fiel a la actividad social y actuemos en consecuencia; fusionar el análisis con la consecuente acción, lo llamó praxis. Pero, ¿a caso no cae en el mismo error que los ideólogos, si toda consciencia es ilusoria? ¿No lo será también el marxismo y el camino señalado por Marx? Un muy agudo Eagleton nos plantea esta pregunta cerrando una comparación redonda con Tracy y sus compañeros.En el prólogo de “La Contribución a la crítica económica política”, Marx define claramente una simplificación de su concepción de la historia. Nos expone la historia como el cambio constante de relaciones de producción (esclavismo, feudalismo, capitalismo…) que se han ido relevando según favorecían o anquilosaban el desarrollo de los medios de producción. A este “pack”, relaciones de producción-medios de producción, lo llamó estructura. Sobre esta estructura, se alza una superestructura que constituye el conjunto de medios para preservar unas específicas relaciones de producción (Estado, Iglesia, ideología dominante, etc). En el comunismo, sistema que constituye la superación de la alienación y en el cual las relaciones de producción no son de explotación, la superestructura desaparecería. Si concebimos la ideología como parte de la superestructura, ésta desaparecerá también.En “El Capital”, a parte de diseccionar finamente el capitalismo, el Marx adulto vuelve a reformular el concepto de ideología. La ideología sería, esta vez, el reflejo mental de la inversión que produce la alienación (la mercancía pasa a tiranizar la vida del hombre). La ideología estaría aquí ligada a la estructura capitalista más que a la superestructura. Para desentrañar la verdad de las relaciones de producción capitalistas que se nos muestran opacas, hace falta un trabajo científico puesto que esencia y apariencia no coinciden. A partir de Marx, surgen diferentes corrientes más fieles o más revisionistas del original. Una de las corrientes que encierran un notable interés es la corriente historicista. El historicismo considera que el mundo es el producto de un devenir histórico y que toda verdad es relativa a la coyuntura histórica dada. George Lukács, uno de los historicistas más destacados, en su libro “Historia y consciencia de clase” expone que la ideología es la consciencia del proletariado o la teoría marxista. En su esquema, Lukács sustituye al Espíritu por el proletariado en el esquema hegeliano. El proletariado aspira a cambiar el capitalismo puesto que es un sistema que no le es deseable pero, para poder cambiarlo, debe conocerlo. Mediante el conocimiento del capitalismo, el proletariado también se conoce así mismo ya que no es más que una mercancía más del capitalismo. Mediante el conocimiento y autoconocimiento, llega a formas de consciencia para cambiarse a si mismo y al sistema. La burguesía, en todo esto, debido a su situación en la cadena de producción, está condenada a tener una visión parcial; es incapaz de percibir la realidad como una totalidad. El proletariado, debido a su situación en la cadena productiva y a su motivación, hace que su conocimiento trascienda a la relatividad de la situación histórica dada y se torne completo, el proletariado se convierte en la clase universal.


Un concepto, expuesto por Lukács, de especial interés es la reificación. La reificación es un tipo de alienación que consiste en la alineación particular en el modo de producción capitalista. La reificación es la deshumanización de la experiencia humana, la ontología sesgada. Al atomizarse el trabajo en una larga lista de ultraespecializaciones, el ser humano no reconoce la sociedad como el fruto de su propia mano y se ve incapaz de cambiarla. El proletariado observa la sociedad, fruto de sus esfuerzos, raptada y deformada e intenta recuperarla mediante la acción política. A través del autoconocimiento, de una manera dinámica, el proletariado se cambia a sí mismo y a la sociedad ya que conocer algo es cambiarlo. Lukács llega a una interesante conclusión, conocer es una práctica revolucionaria de por sí.Hay un problema, Lukács percibe las clases como un todo coherente cuando, en realidad, son cuerpos complejos y heterogéneos. Ve a la ideología como la consciencia pura de una clase cuando las ideologías operan en relación a una “contra”, es decir, una ideología antagónica con la cual establece un diálogo. Lukács, idealista ad nauseam, dice que si el proletariado está contaminado con la ideología dominante o burguesa no es proletariado en sí, tan solo es una mercancía más del capitalismo, llegará a ser clase en sí cuando se vuelva proletariado consciente.


Otro marxista historicista destacable es Antonio Gramsci, el cual no trabaja el concepto ideología, sin embargo, despliega uno íntimamente ligado a él, la hegemonía. La hegemonía, para este filósofo, es el modo por el cual el opresor hace que el oprimido consienta su dominación y situación socio-económica sin coacción alguna. La hegemonía se consigue mediante estrategias tales como las mejoras salariales, los discursos políticos, la estratificación socio-económica del proletariado para fomentar el arribismo dentro de la clase o la instauración de sistemas de democracia de “baja intensidad” como son las formas de bipartidismo o de democracia liberal existentes hoy en día en los países occidentales. El Estado se muestra como un órgano neutral dentro de la lucha de clases, pareciendo el órgano de violencia legítima en vez de un instrumento de opresión de una clase sobre la otra. La clase dominante se hace querer e intenta convencer de que el sistema actual es el mejor sistema posible no sólo para el opresor si no también para el oprimido. Nunca coaccionará violentamente al oprimido a no ser que sea estrictamente necesario ya que, si no, peligraría la hegemonía que tan finamente ha urdido. A medida que se desarrollan los medios de producción, también se fabrica una mejor y más efectiva hegemonía, por tanto, es cada vez más difícil deshacerse de las formas de dominación burguesas hegemónicas. Teniendo en cuenta que el socialismo, para funcionar, necesita un desarrollo considerable de los medios de producción: en un capitalismo joven, es más fácil iniciar la revolución pero más difícil construir el socialismo, mientras que en un capitalismo maduro es más difícil iniciar la revolución pero mucho más fácil continuarla.El proletariado tiene una concepción del mundo y un “sentido común” que es un popurrí entre la hegemonía inculcada por la clase dominante y experiencias cosechadas por él mismo. Por tanto, para acometer una lucha revolucionaria exitosa, primero se debe atacar la falsa consciencia inculcada, si no sencillamente no se iniciará dicha lucha. Para luchar contra la hegemonía burguesa, hay que forjar una contrahegemonía y discernir entre los elementos progresistas de los elementos reaccionarios dentro de la consciencia del pueblo, separar la grana del oro. Esta labor la debe llevar a cabo un cierto tipo de intelectual, el intelectual orgánico. Ya que todos somos seres con intelecto, todos seríamos intelectuales, sin embargo, muy pocos hacen la función social de intelectual, aquellos que ejercen socialmente de intelectuales son los intelectuales orgánicos.

Dentro de la corriente marxista, se puede destacar a la llamada “Escuela de Frankfurt”. La “Escuela de Frankfurt” es un grupo de filósofos, sociólogos, psicólogos y economistas marxistas que intentaron e intentan renovar y poner al día la teoría marxista. Theodor Adorno es uno de sus mayores exponentes. Adorno creía que la ideología se podía comparar con la abstracción homogenizadora que se produce en el valor de uso una vez introducido el dinero en el intercambio mercantil. La ideología sería aquí la homogenización de un mundo que en realidad es heterogéneo. El socialismo, dentro de esta concepción, sería el llegar a la reconciliación de un mundo de diferencias, la liberación de la diversidad del valor de uso. Jurgen Habermas, discípulo de Adorno y miembro de la escuela de Frankfurt, siguiendo a su maestro, desarrolla una concepción de Ideología más centrada en el lenguaje. La ideología sería, para él, la forma de comunicación distorsionada sistemáticamente por el poder. Lo contrario a ella sería la crítica emancipatoria que se alcanza superando los límites del dialecto común. Dicha crítica emancipatoria se consigue mediante métodos psicoanalíticos.

Otro marxista destacadísimo es Louis Althusser. Althusser, filósofo marxista francés, era antihumanista (ya que no creía en una esencia humana) y antihistoricista (ya que no creía que el conocimiento sea histórico). Desecha el concepto de reificación porque presuponía una esencia humana; para él, el marxismo era un antihumanismo teórico, era, ante todo, una ciencia, el materialismo histórico. Althusser parte el conocimiento, de una manera un tanto burda, entre aquello que es ideológico y aquello que es científico. Lo científico, en lo cual engloba a la teoría marxista, es un sistema de búsqueda y la clasificación de datos basado en un esquema ensayo-error. Lo ideológico (o pre-científico) no es epistemológico y no se puede valorar como erróneo o verdadero sino que tiene más que ver con nuestras relaciones emocionales y afectivas con el mundo. Toda acción sería ideológica ya que se necesita un todo coherente e ilusorio para actuar, una imagen centrada en nosotros del mundo. Althuser define la ideología –influenciado por Lácan- como las relaciones imaginarias de los individuos con sus condiciones reales de existencia. Esta concepción, pese a brillante, peca de demasiado monista.Si muriéramos hoy mismo, el mundo no se daría cuenta ya que la realidad está descentrada respecto a nosotros como individuos. Asumir y tener presente esta verdad como una casa sería demasiado deprimente, por tanto, la ideología es el mecanismo por el cual vemos la existencia como algo orientado hacia nosotros, nos da “ser” y trascendencia. Esta ideología centrada en el yo, incluye también al Sujeto. El Sujeto es el conjunto de significantes que nos mantienen en nuestro lugar, una especie de Superyó freudiano. En este esquema, la libertad sería aquel estado en el cual aceptamos los imperativos del Sujeto y actuamos por nosotros mismos sin coerción o, dicho de otra manera, es el autoencarcelamiento. Desde un punto de vista social, la ideología sería el cemento que une la sociedad. Con ella, cada uno asume sus puestos sin rechistar demasiado. Esto se daría en una sociedad esclavista, primitiva, feudal, capitalista o (¡Oh, horror!) en una sociedad comunista. La ideología sería necesaria también en sociedades postclasistas y postexplotación ya que desempeña una importante función sociológica. La ideología es también un mapa social simplificador que será siempre necesario ya que los procesos sociales son demasiado complejos debido a su atomización.

Eagleton no se priva de mostrarnos concepciones de ideología de autores no marxistas. Schopenhauer creía que el máximo regidor de nuestro ser era la Voluntad, una fuerza fútil y vacía. Enfrentarnos a esta realidad sería demasiado traumático para nuestras pretensiones de sentido, por tanto, el intelecto enmascara esa verdad. Pensamos que la vida tiene un sentido, la razón es el disimulo de la voraz Voluntad; esta falsa noción sería la ideología. Mientras que la teoría nos lleva a la conclusión que la vida carece de todo significado, la ideología vela esa horrible revelación.

Nietzsche, sucesor de Schopenhauer, en cambio, cree que el regidor de nuestro ser es el Poder o el deseo de Poder. La razón, para Nietzsche, es la provisional forma con la que estructuramos el mundo para que podamos explotar al máximo nuestras facultades para poder prosperar. Todo pensamiento sería interesado y, por tanto, ideológico. Sigmund Freud, heredero de los dos anteriores y padre del psicoanálisis, cree, al igual que Schopenhauer, que nuestra motivación de nuestro ser se encuentra en una especie de voluntad llamada aquí el inconsciente, siendo la razón sería el apéndice epistemofílico del inconsciente. La mente, para Freud, estaría afectada por una distorsión permanente, siendo la ideología endémica en ella. Referente a lo social, según Freud, somos capaces de autoreprimirnos por un vínculo masoquista con el agente psicológico denominado superyó.

Por último, Eagleton repasa la relación entre el lenguaje y la ideología. Expone que todo lenguaje es ideológico puesto que expresa intereses específicos. En un discurso, no es tan importante lo que se dice si no con que intención se dice, que intenta uno defender, que poder en pugna prueba de legitimar. Al contrario que Eagleton y otros autores, los posmarxistas niegan la relación entre los intereses socio-económicos y los discursos políticos. Paul Hisrt, Barry Hindess, Ernest Laclau y Chantal Mouffe (estos dos últimos matizan lo siguiente) engrosan las filas del movimiento posmarxista. Los posmarxistas creen que no existe relación alguna con las necesidades de diferentes estratos socio-económicos en la sociedad y lo político que, al parecer, cae del cielo. Pese a que es cierto que una mujer no tiene por que ser feminista, no se puede negar que no tiene interés objetivo en serlo. Si no fuera así, sería pura casualidad que la alta burguesía no sean los mayores defensores del socialismo o que los negros africanos no sean adscritos entusiastas del nazismo.

Los posmarxistas, burdos reformistas, ponen énfasis en las luchas perieconómicas (antirracismo, feminismo, movimientos pro gay), dejando de lado las luchas económica (defensa de la clase trabajadora, socialismo, socialización de los medios de producción, etc). Estos revisionistas afirman también que, por ejemplo, la política da lugar a la economía y otros chistes de sobremesa. Uno se reiría si no fuera porque han influenciado ampliamente sobre socialdemócratas y socioliberales. El posmarxismo es, para resumir, uno de los síntomas de la actual y enfermiza crisis de la izquierda.

Como hemos podido observar a lo largo de este resumen sobre las concepciones de la ideología recolectadas por Eagleton, este concepto, dentro de la teoría marxista, suscita un debate apasionado e enriquecedor, confirmando al marxismo como un movimiento vivo y no como la pesada losa dogmática y anquilosante que algunos autores nos quieren mostrar.

29 sept 2008

Lucien Goldmann - Ideología


Goldmann, trata de identificar las estructuras mentales de un grupo o clase social. Según la vida de un solo individuo es tan breve que no puede crear una estructura mental ni influir en la realidad. Así las cosas, la hipótesis fundamental del estructuralismo genético es que el carácter colectivo de la creación literaria proviene del hecho de que las estructuras del universo de las obras son homólogas a las estructuras mentales de ciertos grupos sociales. El estructuralismo genético permite concebir desde el principio de manera unitaria el conjunto de los hechos humanos y ser a la vez comprehensivo y explicativo, ya que la puesta en claro de una estructura significativa constituye un proceso de comprensión, mientras que su inserción en una estructura más vasta es, respecto de ella, un proceso de explicación.

26 sept 2008

Impacto de la TV en la Sociedad

A poco más de cincuenta años de su irrupción social, la televisión ocupa, junto al trabajo y el sueño, la mayor parte de la vida cotidiana de un considerable número de personas. Para ellos, la TV constituye una fuente primordial de información al momento de buscar respuestas a las preguntas que, como ciudadanos, se plantean.

En Estados Unidos la televisión comienza a transmitir a principios de la década de 1940 y en América Latina debe esperarse hasta los años 1950. Desde sus inicios la televisión se perfila como un típico medio de comunicación de masas. Su particular tecnología ofrece la promesa -o la amenaza- de llegar en forma simultánea a millones de receptores con un mensaje atractivo por su formato audiovisual. Asimismo, se hace evidente que este novedoso dispositivo de imagen y sonido asegura la difusión de contenidos uniformes, singularmente apropiados para la "demanda promedio" de grandes y variadas audiencias.

En efecto, la televisión logra generar un poderoso "vínculo personal" con cada ciudadano y, en consecuencia, se erige en la más influyente instancia del proceso de formación de la opinión pública.
Efectos de La Televisión y la Vida Social

Produce un aumento en el numero de horas de permanencia en el hogar. La televisión reúne físicamente a la familia en mayor cantidad de tiempo que antes de poseerla. Pero esta unión es solo física, pues disminuyen las actividades que la familia realizaba anteriormente en forma colectiva: conversaciones etc. Ha aumentado el numero de visitas a los hogares que poseen receptor, y disminuido las visitas por parte de los dueños de receptores. Los niños muestran disminución de actividades sociales, pero están desaparecen en la adolescencia.

La prehistoria de la televisión



La prehistoria de la televisión abarca un amplio período que se extiende, aproximadamente, desde finales del siglo XIX hasta 1935. Durante este período un puñado de investigadores en los países tecnológicamente más avanzados (EEUU, Gran Bretaña, Francia, Alemania) buscan transmitir imágenes a distancia: la televisión. Como ya se había logrado con el sonido, se trataba de captar imágenes utilizando una cámara, transmitir esas imágenes a través del aire y recibirlas en un aparato receptor a cierta distancia de donde originariamente se habían captado.
La televisión es el resultado de la conjunción de tres series de descubrimientos: los referidos a la fotoelectricidad (la capacidad de ciertos cuerpos de transformar energía eléctrica en energía luminosa), los referidos a los procedimientos de análisis de fotografías transformadas en líneas de puntos claros u oscuros, y, por último, los que han permitido utilizar las ondas hertzianas para la transmisión de las señales eléctricas correspondientes a cada punto de una imagen.

Luego de una serie de inventos, marchas y contramarchas, en los años ’20 surgen los dos primeros modelos de televisión: por un lado, la televisión mecánica, por otro, la televisión electrónica. Ambas se desarrollaron de forma paralela y accidentada en un período caracterizado por la lucha, fundamentalmente en los EEUU y en Gran Bretaña, entre distintas compañías e inventores por la adopción de un estándar técnico en los sistemas de difusión y recepción de imágenes.

La televisión mecánica, el primer modelo en funcionar, se basó en el disco de Nipkow mediante el cual una imagen era explorada mecánicamente por un haz luminoso que repercute en una celda fotoeléctrica produciendo una corriente eléctrica variable. La definición de las imágenes del sistema mecánico empleado por Baird siempre fue pobre en comparación con el sistema electrónico.

La televisión electrónica se basó en el inoscopio (un aparato capaz de “traducir” imágenes en señales electrónicas), Fue creación del científico ruso-norteamericano Vladimir Zworykin hacia finales de los años 20. Esta invento dejo atrás a la televisión mecánica debido a que la calidad de este sistema era muy superior (tres veces más líneas por imagen y dos veces más imágenes por segundo). Hacia mediados de la década de 1930 gobiernos y compañías televisivas de los países tecnológicamente más desarrollados se decantan por la televisión electrónica, al tiempo que las transmisiones tienden a regularizarse y a crecer en las principales urbes (Londres, Berlín, París, Nueva York).

Pese a las fuertes inversiones económicas de la industria de la radio estadounidense y de los Estados británico y alemán, la ausencia de una producción industrial de aparatos receptores lastraba el desarrollo de la televisión. Fue en Gran Bretaña en 1937 y en los EEUU en 1939 cuando tuvieron lugar las primeras fabricaciones en serie de aparatos para uso doméstico-familiar.

Sin embargo, los avances en materia televisiva experimentados entonces se vieron congelados y las transmisiones en Europa suspendidas ante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).